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1.. 2.. 3



Un, dos, tres y dejaré de correr.

Contaré y sin pensarlo me detendré.


El carrusel ha girado ya demasiado, mi cuerpo entero se siente mareado y angustiado. Las antiguas vueltas, antes placenteras, ahora se convierten solo en una mala repetición de una historia ya sabida: de principio a fin.


Quizás como cualquier niño, el agotamiento llega si no hay quien extienda su mano y me invite a bajar de la espera para seguir avanzando y jugando; tal vez como desesperado adolescente quiero tenerlo todo aquí y ahora porque si no, sentiré que la vida se me acabará sin más. Pero en resumen estoy al pie de tomar decisiones que espero sean trascendentes en la historia, en la propia y la compartida, pero una piedra detiene esta rueda y la mantiene estancada.


La duda va en si seguir dando vuelta hasta marearse y caer, o anticiparse a poner freno al próximo golpe.

El mal juego de las expectativas,
confías en que las cosas finalmente tomarán curso
y las promesas de un buen momento serán cumplidas.

Pero está claro que no será así tampoco ahora.

1 comment:

Daniel said...

Te entiendo perfectamente. Me siento así. Es algo complicado, pero necesario a la vez. Me llamó la atención el post y creo que pensaré mucho al respecto. Creo que siempre llega un momento en el cual el carrusel tiene que detenerse para poder darnos un respiro o para tomar aliento. Excelente entrada :)

Saludos.