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Volver?

No recuerdo cuándo fue la última vez que ocupé este espacio para escribir. Más de diez años al menos.


Y pese a que la entrada anterior parecía la despedida a una era oscura de malas decisiones, hoy parece que nos reencontramos con ese lado sombrío que generaba incertidumbre, fragilidad e inquietud.

¿Por qué de nuevo así? ¿Por qué retomar con una lágrima recorriendo el rostro y no haber aprovechado a transmitir ese período en que las sonrisas tuvieron un lugar permanente y protagónico en la vida? ¿Qué me pasa con el dolor?


De fondo llueve. La intensidad del agua cayendo quizás se asemeja a las ganas que tengo de expulsar todas estas lágrimas hasta sentirme vacío. Sí, vacío. Porque atesorar y sentir no parecen ya opción. Puede que me vea fuerte, puede que muestre mucha solidez, pero nada más lejano a la realidad hoy.


Sigo siendo un niño que quiere sentirse contenido, abrazado, querido. Que espera cerrar los ojos y descansar, sin tener que estar alerta a lo que ocurre alrededor, al peligro o el abandono. Porque el corazón está herido. Lleva meses así, esperando confiar. Y lo intentó. Buscó latir de nuevo, quizo confiar y soñar. Creer en la magia y el happy ending. La realidad se encargó de instalar otro escenario.


Llegaste tú. Acompañando con tu sonrisa un proceso de decadencia emocional que se venía arrastrando meses e iluminaste este alma que estaba atada a un destino que no quería transitar. Le agregaste música, tu humor, tus caricias y un proyecto que se fue concretando hasta terminar representando la mayor historia romántica, embelesando a nuestros testigos y ambientes. Por la magia que transmitimos, por la honestidad que había en nuestros ojos y en esas risas cómplices que solo en nuestra conexión emergía.


Luego decidiste avanzar solo. Desconectarte. Abandonar el proyecto por razones que quizás, en ese momento, siquiera entendías. Pero decidiste igual.


Tras eso llegaste tú. Con el abrazo contenedor de meses que guiaba y resguardaba de ese terreno sombrío que de nuevo rondaba el mundo. Y el corazón se encantó, te vio sonreir y quiso sonreir. Te vio feliz y quiso compartir ese sentimiento, desafiándose a dejar por un lado el temor y la inseguridad. Porque te veia buena persona. Y, si bien era un riesgo, esa cualidad auguraba que no harías nada que fuera a golpear un músculo que ya estaba sensible tras los azotes de realidad que había recibido anteriormente.


¿Por qué?¿Cuál fue la necesidad de tomar un corazón ya dañado y herirlo de nuevo sin piedad? Ilusionarlo y abandonarlo. Cuando ya había empezado a latir fuerte, cuando irrigaba vida nuevamente a cada centímetro de este ya viejo ser. ¿No podía haber un poco de tacto al tomarlo en tus manos?. Se le negó la oportunidad de ser cuidado de la inacertividad y la ironía. Como también de ser protegido con aquellas palabras bonitas y caricias que quienes se acompañan, y quieren, supuestamente dicen al otro para consolidar ese vínculo incipiente que les une.


Veo las líneas y creo que afloran emociones con las que no quiero conectar.

Veo desenlaces que me aterran terminen ocupando un lugar real en esta historia.

¿De dónde saco energía y esperanza ahora?

¿Qué me asegura que el cariño que pueda de nuevo emerger sea sincero, constante y afectivamente responsable?

¿Qué falta dar para recibir algo que sienta justo a las intenciones que hay detrás de cada vez que intento querer?



Cuando todo partió

Las melodías que hace varios años le dieron partida a este espacio.
Leerse es abrir páginas, cerrar libros, recordar lecciones y confirmarse que la vida tiene mucho aún para escribir... afortunadamente.
Tal vez es momento de volver a escribir...

Verte


Creo que estoy al fin sentado y percibiendo lo que han sido estos últimos meses. Meses en donde pareciera que nada ha tenido un sentido claro, dedicándome únicamente a divagar y merodear una realidad que se ha percibido ingrata o muy distinta a lo que recordaba sentir en las últimas líneas escritas.

De repente las cosas desaparecieron. Todo cambió. Y esa maldita y odiada ironía, que ya asumo como parte de mis días, se hizo presente quitando aquello donde estaba sustentando todas las esperanzas de un verdadero cambio en lo que consideraba una cruz que acarreaba por quién sabe qué motivos.

Y no fue así. De repente los días se volvieron tan tortuosos como el iniciar estos párrafos... surge una y otra vez sin que concrete en algo que me permita sentir que el proceso llegó a algo definitivo, dando paso a un nuevo ciclo.

Porque en realidad, pensaba hace unos días, estos últimos meses no desapareció sólo un vínculo de mi cotidianidad sino que se fue parte de algo que había re-construido con exagerado esfuerzo luego de estar hecho trizas por años. Se vino abajo una pared sólida que protegía lo último que guardaba de ilusión respecto a los sueños, las expectativas y las proyecciones de un compromiso compartido, un íntimo lazo entre dos. 

Se rompió, dejando caer aquello que atesoré tanto para no volverme un sujeto gris como tantos otros que veo a diario deambulando por las calles, indolentes e insensibles ante el mundo y sus emociones, desesperanzados de lograr la realidad idílica soñada en la infancia y que, pareciera, los años te fuerzan y enrostran como algo utópico de alcanzar.

No desapareció solamente la persona a quien dedicarle los "te amo", sino que se fueron las ganas de volver a decirlo. No sólo se desvaneció el gen infantil que me permitía disfrutar los detalles de una relación y tratar de brindarte las sorpresas más grandes del mundo, sino que se fueron las esperanzas de reencontrarme con esa cotidianeidad llena de magia que me hacía brillar los ojos como un nene.

No quiero decir que me cagaste la vida. La vida por fortuna hace rato la hice girar en más elementos que únicamente el corazón... o quizás me permití llenar el corazón de más cosas que sólo una relación. Pero sí creo que no entenderé jamás cómo pudiste destruir algo que te mencioné me era tan valioso, así sin más... sin tomar en cuenta mis esfuerzos, mis entregas, mi comprensión (y omisión) infinita. Esa misma cualidad que hasta aún después de "terminados" pudiste seguir usando para tu bienestar y regocijo. 

Y me acuerdo cuando te definías como buena persona.. cuando decías que no mentías.. que creías en la fidelidad... y que no harías daño. Pareciera que ninguna de esas palabras terminó siendo cierta. Por lo que me siento prácticamente un pelotudo por haberlas considerado.

Leyendo esto, siento que estas se vuelven las líneas más directas que he escrito en este espacio. Los párrafos anteriores nunca fueron tan claros y buscaban, intencionalmente, filtrar la realidad con la reflexión de esta cabeza que da vueltas y vueltas con todo lo que le ocurre.

Hoy siento que es necesario ser así de directo. No contigo, sino conmigo. Porque creo que tengo que darme cuenta que la buena voluntad contigo no sirve, y la buena disposición no encontrará jamás algo bueno pues pareciera que en definitiva no lo hubo. Pues si todo lo vivido no te permitió tener un poco de decencia y cuidado en el manejo de esta relación, antes ni ahora, significa para mí que nunca importó lo suficiente para reconocer que tuviste a alguien que, con imperfecciones y todo, te amo cien por ciento. 

Hoy creo que por fin logro verte.