
Dos personas de millones, de más que millones, dos personas se encuentran cada día. Pero el contacto entre dos seres es algo dado por la casualidad o el azar, lo que algunos podrían llamar destino. De ahí que nada pueda ser definido ni entendido de antemano.
Ya he deambulado mucho, creo yo, me siento cansado de andar. Diecinueve años de mi vida en un camino que nunca cuestioné ni evalué. Fue el camino que otros pensaron que era el mejor para mí, que beneficiaba mi crecimiento y lo que llaman madurez. ¿Cómo puedo negar todos esos años ahora? No puedo.
Me refugio en mis recuerdos, en mis llantos y en mi búsqueda de esperanzas. Pero ¿para qué busco incentivo en memorias que me llevaron a esta situación que hoy día rechazo? Padres, amigos, sueños, fantasías, realidad, logros, éxitos, fracasos, mi vida está llena de ellos; sin embargo, hoy me embarco en una nueva aventura, la más decisiva. La única en la que he tomado una verdadera decisión.
Tengo sueños sin finales, sin significados atribuidos y que quiero interpretar de manera distinta hoy. Busco con quien compartir mi mundo, mi cómplice para contar mis sueños, para mostrar todo lo que he escrito de mí.
El mundo gira y, como en una gran tómbola, a veces el momento, en su azar, finalmente llega a concretarse. A veces lo hace, en otras sólo da un pie.
El amor llegaba sólo, me decías; pero acaso ¿no había que hacer nada para facilitar ese choque? Creo que sería demasiado fácil, y no concebía la idea del amor como algo sencillo. Porque, al involucrarnos, obligaba a desgarrarse en esfuerzos, emoción y sentimientos por un ser considerado maravilloso, percibido como ideal; ideal para uno, ideal en el sentido de poder ser compatibles y compañeros en esta búsqueda de destino, en esta construcción de sueños en el mundo real.
Pero quizás no estabas tan equivocado, quizás yo lo había mal interpretado. Tal vez no llegaba sólo sino que la circunstancia aparecía y uno debía estar atento para aprovecharla. ¡Ahí tendría mayor sentido! Pues involucraría nuestra capacidad de crear y forjar nuestras propias vidas, dejándole intacto el espacio a ese lado misterioso y mágico que nos tiene constantemente preguntando por qué pasan las cosas. Porque la vida es inexplicable en su esencia, si pensamos que ni siquiera tenemos claro cómo fue que todo comenzó, cómo fue que llegamos a este mundo.
¿Sería este un sueño más entonces? ¿El futuro nos permitiría llegar a algo mucho más concreto?
Quizás habría sido posible, si tan sólo me hubiese atrevido a enfrentarte, a arriesgarme.
Hoy sigo deambulando por estas calles, pasaron cuatro años y ya tengo veintitrés. Anocheció y me acordé de tus llamados; esos en que estabas a escondidas tomándote un vino, esperando a tenerme sentado a tu lado para ver las estrellas de tus cielos. Ahora parece algo pasado, pues la oportunidad continuó su rumbo.
El sentimiento quedó guardado, el cariño y el aprecio se atesoraron en mí, pero no afloró porque no fuimos capaces de resistir la realidad. Terminamos siendo víctimas de este mismo globo que entonces nos ahogaba.
Recuerdo la última vez que cruzamos nuestras miradas, aquella noche en que me viste llorar, quizás por última vez. Lloraba porque recordaba, lloraba porque añoraba; porque en alguna medida lamentaba que no hubiésemos sido tan valientes como para luchar por todo aquello que creíamos, y que esa noche en nuestras caricias se hacían manifiestas.
Ya no vivo donde mismo, ni soy igual que ayer. De todas maneras, sigo pensando que dentro de cada uno, permanece ese pequeño brillo que nos hizo llamar la atención, que manifiesta lo que fuimos.
Tal vez ante tantos golpes, la confusión y la creencia de lo absurdo, tapamos aquellas luces. Aparecerán cada vez que nos crucemos, cada trago que compartamos o en el abrazo tierno que, en ocasiones, nos sale.
El resto del tiempo actuaremos como dos desconocidos, que son indiferentes el uno del otro.
Ya he deambulado mucho, creo yo, me siento cansado de andar. Diecinueve años de mi vida en un camino que nunca cuestioné ni evalué. Fue el camino que otros pensaron que era el mejor para mí, que beneficiaba mi crecimiento y lo que llaman madurez. ¿Cómo puedo negar todos esos años ahora? No puedo.
Me refugio en mis recuerdos, en mis llantos y en mi búsqueda de esperanzas. Pero ¿para qué busco incentivo en memorias que me llevaron a esta situación que hoy día rechazo? Padres, amigos, sueños, fantasías, realidad, logros, éxitos, fracasos, mi vida está llena de ellos; sin embargo, hoy me embarco en una nueva aventura, la más decisiva. La única en la que he tomado una verdadera decisión.
Tengo sueños sin finales, sin significados atribuidos y que quiero interpretar de manera distinta hoy. Busco con quien compartir mi mundo, mi cómplice para contar mis sueños, para mostrar todo lo que he escrito de mí.
El mundo gira y, como en una gran tómbola, a veces el momento, en su azar, finalmente llega a concretarse. A veces lo hace, en otras sólo da un pie.
El amor llegaba sólo, me decías; pero acaso ¿no había que hacer nada para facilitar ese choque? Creo que sería demasiado fácil, y no concebía la idea del amor como algo sencillo. Porque, al involucrarnos, obligaba a desgarrarse en esfuerzos, emoción y sentimientos por un ser considerado maravilloso, percibido como ideal; ideal para uno, ideal en el sentido de poder ser compatibles y compañeros en esta búsqueda de destino, en esta construcción de sueños en el mundo real.
Pero quizás no estabas tan equivocado, quizás yo lo había mal interpretado. Tal vez no llegaba sólo sino que la circunstancia aparecía y uno debía estar atento para aprovecharla. ¡Ahí tendría mayor sentido! Pues involucraría nuestra capacidad de crear y forjar nuestras propias vidas, dejándole intacto el espacio a ese lado misterioso y mágico que nos tiene constantemente preguntando por qué pasan las cosas. Porque la vida es inexplicable en su esencia, si pensamos que ni siquiera tenemos claro cómo fue que todo comenzó, cómo fue que llegamos a este mundo.
¿Sería este un sueño más entonces? ¿El futuro nos permitiría llegar a algo mucho más concreto?
Quizás habría sido posible, si tan sólo me hubiese atrevido a enfrentarte, a arriesgarme.
Hoy sigo deambulando por estas calles, pasaron cuatro años y ya tengo veintitrés. Anocheció y me acordé de tus llamados; esos en que estabas a escondidas tomándote un vino, esperando a tenerme sentado a tu lado para ver las estrellas de tus cielos. Ahora parece algo pasado, pues la oportunidad continuó su rumbo.
El sentimiento quedó guardado, el cariño y el aprecio se atesoraron en mí, pero no afloró porque no fuimos capaces de resistir la realidad. Terminamos siendo víctimas de este mismo globo que entonces nos ahogaba.
Recuerdo la última vez que cruzamos nuestras miradas, aquella noche en que me viste llorar, quizás por última vez. Lloraba porque recordaba, lloraba porque añoraba; porque en alguna medida lamentaba que no hubiésemos sido tan valientes como para luchar por todo aquello que creíamos, y que esa noche en nuestras caricias se hacían manifiestas.
Ya no vivo donde mismo, ni soy igual que ayer. De todas maneras, sigo pensando que dentro de cada uno, permanece ese pequeño brillo que nos hizo llamar la atención, que manifiesta lo que fuimos.
Tal vez ante tantos golpes, la confusión y la creencia de lo absurdo, tapamos aquellas luces. Aparecerán cada vez que nos crucemos, cada trago que compartamos o en el abrazo tierno que, en ocasiones, nos sale.
El resto del tiempo actuaremos como dos desconocidos, que son indiferentes el uno del otro.
2 comments:
Bueno, es difícil… muy difícil hacerle creer a los demás que nada esta pasando, lograr reconocer los propios errores…
El llorar, el que te vean llorar y te pregunten - ¿por qué lloras?- es una gran mezcla de sentimientos, rabia, odio, amor, desilusión… ganas de dejarte ir… pero no te quiero perder…
Me es bastante extraño leer esto, creo que conozco parte de la historia real, pero solo una parte de ella, ahora me es grato leer la otra parte, pero esta ves con un poco de ficción, esta vez no será tan duro saber que fue lo que sucedió.
Otra cosa, creo que al fin puedo dejar algún mensaje, ya que tu flog siempre está lleno. Respecto a lo del MSN, recibí la invitación, pero aun no te has conectado.
Yo tb lloro, todos lloramos, nos preguntan qué onda y tratamos de decir náh...
Pero bueno, son cosas que pasan... imagina que por semanas lloré por una causa perdida y nadie se enteró, no se si es fácil o difícil hacer creer a los demás que todo está bien.
tq
Post a Comment