rss
email
twitter
facebook

Volver?

No recuerdo cuándo fue la última vez que ocupé este espacio para escribir. Más de diez años al menos.


Y pese a que la entrada anterior parecía la despedida a una era oscura de malas decisiones, hoy parece que nos reencontramos con ese lado sombrío que generaba incertidumbre, fragilidad e inquietud.

¿Por qué de nuevo así? ¿Por qué retomar con una lágrima recorriendo el rostro y no haber aprovechado a transmitir ese período en que las sonrisas tuvieron un lugar permanente y protagónico en la vida? ¿Qué me pasa con el dolor?


De fondo llueve. La intensidad del agua cayendo quizás se asemeja a las ganas que tengo de expulsar todas estas lágrimas hasta sentirme vacío. Sí, vacío. Porque atesorar y sentir no parecen ya opción. Puede que me vea fuerte, puede que muestre mucha solidez, pero nada más lejano a la realidad hoy.


Sigo siendo un niño que quiere sentirse contenido, abrazado, querido. Que espera cerrar los ojos y descansar, sin tener que estar alerta a lo que ocurre alrededor, al peligro o el abandono. Porque el corazón está herido. Lleva meses así, esperando confiar. Y lo intentó. Buscó latir de nuevo, quizo confiar y soñar. Creer en la magia y el happy ending. La realidad se encargó de instalar otro escenario.


Llegaste tú. Acompañando con tu sonrisa un proceso de decadencia emocional que se venía arrastrando meses e iluminaste este alma que estaba atada a un destino que no quería transitar. Le agregaste música, tu humor, tus caricias y un proyecto que se fue concretando hasta terminar representando la mayor historia romántica, embelesando a nuestros testigos y ambientes. Por la magia que transmitimos, por la honestidad que había en nuestros ojos y en esas risas cómplices que solo en nuestra conexión emergía.


Luego decidiste avanzar solo. Desconectarte. Abandonar el proyecto por razones que quizás, en ese momento, siquiera entendías. Pero decidiste igual.


Tras eso llegaste tú. Con el abrazo contenedor de meses que guiaba y resguardaba de ese terreno sombrío que de nuevo rondaba el mundo. Y el corazón se encantó, te vio sonreir y quiso sonreir. Te vio feliz y quiso compartir ese sentimiento, desafiándose a dejar por un lado el temor y la inseguridad. Porque te veia buena persona. Y, si bien era un riesgo, esa cualidad auguraba que no harías nada que fuera a golpear un músculo que ya estaba sensible tras los azotes de realidad que había recibido anteriormente.


¿Por qué?¿Cuál fue la necesidad de tomar un corazón ya dañado y herirlo de nuevo sin piedad? Ilusionarlo y abandonarlo. Cuando ya había empezado a latir fuerte, cuando irrigaba vida nuevamente a cada centímetro de este ya viejo ser. ¿No podía haber un poco de tacto al tomarlo en tus manos?. Se le negó la oportunidad de ser cuidado de la inacertividad y la ironía. Como también de ser protegido con aquellas palabras bonitas y caricias que quienes se acompañan, y quieren, supuestamente dicen al otro para consolidar ese vínculo incipiente que les une.


Veo las líneas y creo que afloran emociones con las que no quiero conectar.

Veo desenlaces que me aterran terminen ocupando un lugar real en esta historia.

¿De dónde saco energía y esperanza ahora?

¿Qué me asegura que el cariño que pueda de nuevo emerger sea sincero, constante y afectivamente responsable?

¿Qué falta dar para recibir algo que sienta justo a las intenciones que hay detrás de cada vez que intento querer?



No comments: