rss
email
twitter
facebook

Verte


Creo que estoy al fin sentado y percibiendo lo que han sido estos últimos meses. Meses en donde pareciera que nada ha tenido un sentido claro, dedicándome únicamente a divagar y merodear una realidad que se ha percibido ingrata o muy distinta a lo que recordaba sentir en las últimas líneas escritas.

De repente las cosas desaparecieron. Todo cambió. Y esa maldita y odiada ironía, que ya asumo como parte de mis días, se hizo presente quitando aquello donde estaba sustentando todas las esperanzas de un verdadero cambio en lo que consideraba una cruz que acarreaba por quién sabe qué motivos.

Y no fue así. De repente los días se volvieron tan tortuosos como el iniciar estos párrafos... surge una y otra vez sin que concrete en algo que me permita sentir que el proceso llegó a algo definitivo, dando paso a un nuevo ciclo.

Porque en realidad, pensaba hace unos días, estos últimos meses no desapareció sólo un vínculo de mi cotidianidad sino que se fue parte de algo que había re-construido con exagerado esfuerzo luego de estar hecho trizas por años. Se vino abajo una pared sólida que protegía lo último que guardaba de ilusión respecto a los sueños, las expectativas y las proyecciones de un compromiso compartido, un íntimo lazo entre dos. 

Se rompió, dejando caer aquello que atesoré tanto para no volverme un sujeto gris como tantos otros que veo a diario deambulando por las calles, indolentes e insensibles ante el mundo y sus emociones, desesperanzados de lograr la realidad idílica soñada en la infancia y que, pareciera, los años te fuerzan y enrostran como algo utópico de alcanzar.

No desapareció solamente la persona a quien dedicarle los "te amo", sino que se fueron las ganas de volver a decirlo. No sólo se desvaneció el gen infantil que me permitía disfrutar los detalles de una relación y tratar de brindarte las sorpresas más grandes del mundo, sino que se fueron las esperanzas de reencontrarme con esa cotidianeidad llena de magia que me hacía brillar los ojos como un nene.

No quiero decir que me cagaste la vida. La vida por fortuna hace rato la hice girar en más elementos que únicamente el corazón... o quizás me permití llenar el corazón de más cosas que sólo una relación. Pero sí creo que no entenderé jamás cómo pudiste destruir algo que te mencioné me era tan valioso, así sin más... sin tomar en cuenta mis esfuerzos, mis entregas, mi comprensión (y omisión) infinita. Esa misma cualidad que hasta aún después de "terminados" pudiste seguir usando para tu bienestar y regocijo. 

Y me acuerdo cuando te definías como buena persona.. cuando decías que no mentías.. que creías en la fidelidad... y que no harías daño. Pareciera que ninguna de esas palabras terminó siendo cierta. Por lo que me siento prácticamente un pelotudo por haberlas considerado.

Leyendo esto, siento que estas se vuelven las líneas más directas que he escrito en este espacio. Los párrafos anteriores nunca fueron tan claros y buscaban, intencionalmente, filtrar la realidad con la reflexión de esta cabeza que da vueltas y vueltas con todo lo que le ocurre.

Hoy siento que es necesario ser así de directo. No contigo, sino conmigo. Porque creo que tengo que darme cuenta que la buena voluntad contigo no sirve, y la buena disposición no encontrará jamás algo bueno pues pareciera que en definitiva no lo hubo. Pues si todo lo vivido no te permitió tener un poco de decencia y cuidado en el manejo de esta relación, antes ni ahora, significa para mí que nunca importó lo suficiente para reconocer que tuviste a alguien que, con imperfecciones y todo, te amo cien por ciento. 

Hoy creo que por fin logro verte.

No comments: