
¿Recuerdas aquellas tardes, sentados bajo aquella pérgola?
El sol comenzó a posar su luz en mi rostro, es tiempo ya de atardecer. Esa luz dorada, que siempre he pensado que nos hace sentir hermosos, se ubica ahora sobre mis ojos, dándome cierto grado de calidez.
A veces provoca deseos de un sueño profundo, pues me hace creer que en su temperatura y sus colores protegerá mi dormir. Lo hará agradable.
Cierro mis ojos, y nos veo ahí sentados. Recordaba que en nuestras primeras conversaciones nuestros sueños se embarcaban en un escenario similar a este.
Nos acompañábamos de mucho ruido, algo melódico y agradable; observábamos nuestro reflejo en un lago, que ante su falta lo asimilamos con un pequeño charco. Pero así era nuestra historia, con tintes de fantasía, con algo de melancolía, de frustración, pero con mucho deseo de llevarlo a algo mejor. Nos tomamos las manos, empezamos a bailar alrededor, sonreímos y nos olvidamos que existía un mundo real, que nos costaría hacer frente. Preferimos seguir sonriendo, cerrando nuestros ojos, haciendo en cada giro un vínculo más entre nuestras fantasías y nosotros.
Pues nuestro escenario no era el que deseábamos, nos quedaban aún muchos puntos por avanzar, para crecer. Y así como ante nuestra carencia de lago, íbamos llenando nuestros momentos de elementos que reemplazaran de modo temporal aquello que, por ahora, no poseíamos, alimentando así a futuro nuestras expectativas y fascinándonos con todo lo que creímos poder conseguir.
Tengo en mi rostro, ahora dorado, una sonrisa dibujada, la misma que tendría aquella tarde en que te esperaría a que fueras a ver tu sorpresa por estar de cumpleaños. Armé una pequeña cajita, una idea plagiada, pero original por el sentido y el valor adicional que había colocado en ella.
Eran dieciocho regalos, físicamente pequeños, emocionalmente gigantes. Y en cada uno intenté representar las múltiples facetas en las que te conocí, las que reconocí en mí, y las que construimos en conjunto. Un plan demasiado preparado, elaborado en cada ir y venir a tu casa, cuando para acortar el viaje me ponía a pensar en nuestro “qué llegaremos a ser” y en todo aquello que podría entregarte.
Abro mis ojos, pues el calor sin aviso desapareció.
Mientras un suave viento empezaba a levantar las hojas alrededor de nuestro lago, yo intentaba apretar fuerte las manos para que ninguno de estos sueños, ningunos de estos anhelos, se escapara. Igual me fue imposible, no pude seguir sosteniendo toda esta bandeja de expectativas y sueños a futuro; muchos golpes adormecieron mis brazos y dañaron mis piernas.
Gritaba en silencio, mi boca se abría pero no salía sonido de ella. Pues un globo se me había escapado, uno de mis sueños se iba volando sin rumbo conocido para mí. La caja se cayó, y todos sus pequeños grandes objetos empezaron a mezclar sus colores y formas entre sí; no los reconocía, no era capaz de regresarlos a lo que en un comienzo fueron.
Y entre sollozos, veía como mi voz infantil se desvirtuaba, el cachorro que nos saludaba en aquella esquina se escondía y la pérgola empezaba a perder su brillo. La tarde no tenía sol, no poseía ya esa luz dorada. Todo se había puesto de un triste gris en el que me quedaba solo, te esperaba.
No sabía que del otro lado del muro estabas intentando hacer explotar mi globo de ilusiones, dejabas en una caja esos pequeños sueños y sacabas documentos para emprender un viaje solo, sin compañía.
Anochecía, yo seguía ahí. Los sentimientos me traicionaban, luchaban aquí en mí. Me hicieron decir odiarte cuando moría de deseos de abrazarte y darte un beso; me provocaron ganas de golpear cada centímetro de tu cuerpo, siendo que en realidad quería repasarlo con las puntas de mis dedos.
No comprendiste mi desesperación, que mi cuerpo se escindió en el ser real y el ente fantasioso; se golpeaban entre sí, y mientras uno huía, el otro se agarraba a cada piedra para no dejarte ir.
Buscaba tu grito de auxilio, quizás dentro tuyo también ocurría esta división ocasionada por los avatares de la envidia y la ignorancia, que no soportaban que algo que tenía un final anticipadamente estipulado siguiera durando, convirtiéndolas en guerreras vulnerables, fácilmente vencidas.
Gritaba, golpeaba la tierra, queriendo darte señales de que la sonrisa que conocías permanecía aún ahí, que solo tenías que disponerte a abrir su falsa máscara para encontrarla. Mis manos sangraban, el viento empujaba más fuerte mi cuerpo para expulsarlo de aquellas tierras que recordaban nuestros sueños.
Me afirmé lo más que podía, mientras los dieciocho regalos iban zigzagueantes chocando entre sí. Al verlos fuera, no pude sostenerme más, entendí que todo aquello se había perdido.
Lloré cada uno de tus regalos, lloré cada viaje soñando en lo que vendría. Con mis manos pretendía parar la caída de cada lágrima, creyendo que reteniéndolas, atesoraría también su recuerdo. Pero mis manos comenzaron a hincharse a más no poder, se apretaban y tensaban suplicando evacuar sus penas.
Así que no pude más que dejar caer todo esto. Dejé tocar suelo cada uno de mis sueños, cada uno de mis regalos, cada uno de tus logros. Y, por cada uno, agregué un milímetro más de recuerdo en mis brazos, puse un centímetro más de mis sueños perdidos para algún día recordarlos.
Ahora los veo, intento leerlos, descifrar todo aquello que creí perdido. Me acompañaran por siempre, pues su cicatriz no será borrada. No decido aún si quiero olvidarlos, si deseo quemar mi piel para no verlos.
Porque, en alguna medida, recordarlos me genera una sonrisa, me hace volver a aquél tiempo atrás en que me elevaba con mi risa, en que me convertía en un nene perdido buscando unos brazos que lo acogiesen.
En cierta forma, aún tengo grabado tu nombre, estoy esperando en aquella banca y sonrío ante nuestro humilde charco que llegaría algún día a convertirse en lago. Pero mi asiento está ahora en mi cuarto, mi sonrisa es la ruta que siguieron mis lágrimas y nuestro lago solo es un poco de sangre burlesca que cae desde mis brazos sin querer provocarme el respiro final, la sonrisa del último alivio al no vivir más.
Tal vez es esta mi primera y última carta, así como fue la tuya la que me leíste en nuestro primer encuentro en el parquecito aquél. Marcan el comienzo y fin de nuestro camino juntos; señalan el momento en que abrí mis ojos y puse mi sonrisa a tu disposición, como también el momento en que ellos se hicieron añicos ante tu decepción.
Quizás ese primer día no nos robaron solo una hoja escrita, quizás robaron simbólicamente también nuestra ilusión de un futuro juntos mejor
5 comments:
yo no podria escribir tanto. :O
paseate x mi blog (a)
http://chikopost.blogspot.com
^^
saludos!
=D
te kuidas. !
^^
Te felicito por tu bellissima
"carta". Escribes como se fueras un poeta (apasionado).
Me haces recordar mís viejos años de romanticismo, en que me gustava de leer poetas como FLORBELA ESPANCA
http://www.secrel.com.br/Jpoesia/flor.html#ser
Respuesta a tu post en mi blog (01.05.2006):
Es verdad Paulo.
Solamente en el mes de Mayo del año 1996 fue aprobada en Portugal la lei de la semana de 40 horas semanales (Lunes a Viernes). Aunque
algunas profesiones (bancarios inclusos), practicassen esas 40 horas semanales, gracias a las duras luchas sindicales anteriores y posteriores al 25.04.1974 (dia de la queda del regime fascista en Portugal).
La vida es asi.
Ay que tener paciencia.
Nadie puede impedir el rumo del processo historico.
Temprano o tarde el Hombre tendra la felicidad en la Tierra. Puedes creer!
My español es muy imperfecto. Es mejor escrebirte en portugues, non?!
Un abrazo, amigo!
si estubiste en el kumple de la jo, me kago xq tambn estube allí xD
haha saludos.
toi mehor. ^^
TUYO:Ahora los veo, intento leerlos, descifrar todo aquello que creí perdido. Me acompañaran por siempre, pues su cicatriz no será borrada. No decido aún si quiero olvidarlos, si deseo quemar mi piel para no verlos.
___________________________________
Mejor que siempre veas la primera cicatriz . La que se te quedaria después seria horrible y aún no te haria olvidar cada uno de los 18 regalos , mientras NO LOS QUIERAS OLVIDAR!
Pero los vas a olvidar...solo deja que la vida pase por ti y ya lo vas a ver...
Dentro del tiempo que decidas sofrir , verás , y volverás a tus cicatrices ,como masoquismo ó intentando hacer él volver atrás...
Quando la vida vuelva a tus venas , eso que tienes marcado en la piel y en el alma , dejará de ser tan importante como lo es ahora, y estará contigo aún cuando seas otra persona, con otro rumo , otro interés , otra sonrisa ...Y otros regalos para dar, pero mira la cicatriz , para que no te ocurra lo mismo !
También conosco las cicatricel del alma y el tiempo perdido...
No hay que torturarse por ellos!
Pero eso solo TU MISMO tendrás que comprender !
Perdoname , por el tiempo y el espacio aqui en tu blog , que me ha gustado !
Post a Comment